Ciudad de México (21 enero 2009).- Si alguien sabe de complicidad ese es Luis Miguel, porque anoche, en el primer concierto de su Tour Cómplices 2009 en el Auditorio Nacional, el intérprete logró que los cerca de 10 mil asistentes cantaran de la mano con él y hasta le perdonaran las fallas de sonido de su micrófono.
En tono de humildad, el cantante supo reconocer que su éxito se debe, precisamente, a esta complicidad de sus seguidores, a quienes agradeció con sus primeras palabras el haberlo acompañado a lo largo de su carrera.
«Quiero felicitarlos porque juntos llevamos 155 conciertos en el Auditorio Nacional, y ese es mérito suyo. Han sido un millón y medio de personas y me siento profundamente agradecido, porque, a pesar de la crisis global, a ustedes no les hace nada.
«Por eso México es mágico, por eso México es tan especial, y todos ustedes se merecen un aplauso», señaló al terminar sus primeras cuatro canciones.
«El Sol» salió al escenario 10 minutos antes de las 21:00 horas y su aparición hizo estallar las gargantas de las mujeres, cuando apenas se escuchaban los acordes de «Tu Imaginación».
Su riguroso traje negro no le impidió moverse con energía y caminar de un lado a otro del escenario para saludar a los presentes, cuya gran mayoría eran mujeres de todas las edades y quienes fueron las que más gozaron la nueva imagen del intérprete.
Al lugar acudieron algunas familias completas y pocos hombres, y se podía ver a muchos de estos ocupando sus asientos, pues no todos siguieron de pie el show en sintonía con sus parejas.
La primera señal de complicidad entre cantante y público vendría apenas con la sexta canción de la noche, «No Me Platiques Más», cuando el micrófono que llevaba de repente dejó de sonar; con una mirada Luis Miguel pidió a sus asistentes arreglar la falla, y de inmediato recibió otro.
Pero el problema seguiría, porque apenas terminó aquella canción intentó acompañar a sus músicos con «No Sé Tú», pero el nuevo micrófono tampoco le respondió.
Sin inmutarse, Luis Miguel se acercó a la gente desde el escenario y, con sus manos, la invitó a seguir cantando, mientras sus asistentes le pasaban, por fin, un aparato sin fallas.
«Es la primera noche», justificó el, a pesar de todo, siempre risueño intérprete.
Después de este hecho, Luis Miguel se acercó al borde de su escenario y saludó de mano a cada una de las personas en la primera fila, mientras dos guardaespaldas lo vigilaban a un metro de distancia para evitar que alguien lo jalara.
«Inolvidable», «Bésame Mucho» y «Pensar en Ti» completaron la primera decena de canciones con un público que coreó cada una de las propuestas del «Sol».
Otro detalle romántico apareció con «Si Tú Te Atreves», pues el cantante empuñó un ramo de rosas blancas y regaló una por una a varias fanáticas de las primeras filas sin dejar de entonar el tema.
Tras la primera media hora, el cantante salió del escenario para cambiarse de ropa y regresar a escena, ahora con saco y camisa blancos, provocando con ello el resurgir de aquellas gargantas que lo recibieron, al principio, con un sonoro estruendo.
Más sobrio que otras ocasiones, Luis Miguel dejó atrás aquella imagen que lo hiciera famoso en la que se acariciaba la cabellera y aquella otra en que levantaba una pierna y se quitaba a medias su saco; ahora, algo más recatado, apenas regaló a sus seguidoras un rasgo de sensualidad al aflojarse su negra corbata.
Sin mostrar gran derroche de espectacularidad, el intérprete estuvo acompañado de una decena de músicos y dos coristas, en un escenario con tres pantallas: una al centro y dos a los costados, con vistosos juegos de luces que le daban vida a la presentación, pero sin brillar nunca más que el mismo «Sol».
También incluyó varios temas con mariachi, lanzó al público playeras oficiales de su gira e incluso besó a una niña de unos 10 años que, en hombros de su papá, se aproximó al escenario.